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El cine fantástico y de terror es uno de los géneros mas explotados, prolíficos y variados de la historia del cine; tanto el clásico (donde los clásicos inciden en la idea de la mujer como elemento que desata las fuerzas malignas), como el moderno, convirtiéndose en un genero que particularmente ha calado muy hondo en el inconsciente colectivo. Dentro de este género de lo fantástico y terrorífico, los personajes de sexo femenino han sido los más explotados. Y dado que que la inmensa mayoría de la producción cinematográfica mundial ha estado y probablemente sigue estando en manos de varones, el cine en general y el fantástico/terror en particular se convirtió en sus inicios y sigue siendo así, en el terreno perfecto para exhibir centímetros de piel femenina (siendo la cinematografía americana en todo momento el numero uno de esta industria).
Para mucha gente, uno de los placeres mas inconfesables del ir al cine consiste en ver a toda pantalla seres humanos hermosos o considerados como tales según los cánones de belleza de la sociedad y tiempo en el que nos encontremos. Para ello la industria cinematográfica no a dudado en sacar a la luz a esos cuerpos, estrellas y sex-symbols, que gracias al mismo cine han sido convertidos en símbolos sexuales que invaden las salas cinematográficas, como las hermosuras que desatan un vistoso elenco femenino, que parece salido de las paginas de “Playboy” puesto al frente de “Hermandad de sangre”(2009).
Laura Mulvey en su “Placer visual y cine narrativo” menciona que “la presencia de la mujer es un elemento indispensable del espectáculo en los Films narrativos corrientes, aunque su presencia visual tiende a funcionar contra el desarrollo de una línea argumental, congelando el flujo de la acción en momentos de contemplación erótica.”.
Con ello, nadie se le escapa uno de los mayores atractivos del cine de terror: que consiste en la exhibición de cuerpos jóvenes con poca o ninguna ropa. Véase las semidesnudas y desnudas escenas de sagas sobre asesinos en serie como “Halloween (1978)”, “Viernes 13 (1980)” o “Pesadilla en Elm street (1984)”. Y no es tabú que el cine de terror sea alimento colectivo para los hombres y mucho más para los jóvenes, sobretodo en la actualidad.
Junto con ello, la teoría que Laura Mulvey explica sobre que el cine americano “está hecho para que el espectador masculino pueda obtener placer actuando como “voyeur” sobre las actrices”, sirve de un clarísimo ejemplo de que la mujer en el cine fantástico y de terror, al obtener tanto destape y apariciones de damiselas en peligro, es principalmente un aliciente de búsqueda de un público masculino con los deseos mas “freudianos” que uno pueda tener.
De esta forma el espectador que esté visionando el film se sentirá identificado con el personaje que acompañe a esa mujer de cuerpo escultural y rasgos sensuales para el receptor, “mientras que éstas se constituyen como objeto erótico de unos actores con los que el espectador masculino puede obtener un segundo nivel de placer por “identificación” (L.Mulvey).
Siguiendo la estela del genero fantástico y de terror, la mujer, salvo en honrosas excepciones, es y sigue siendo la victima perfecta, indefensa, ideal… del monstruo, vampiro, fantasma o psicópata de turno. Creándose así un término que muy bien conocen los cinéfilos del terror, las “Scream Queens”.
El término inglés significa en español, “reina del grito”, se usa sobretodo y particularmente en el género de terror, llamando así a las actrices que han participado en películas de terror, ya sea como víctima o como protagonista femenina. Jamie Lee Curtis fue llamada “reina del grito” por su actuación en la película Halloween, también se les llamó así a actrices que anteriormente o a posteriori actuaron en películas de terror (aunque J. L. Curtis sea la reina del grito por excelencia).
Este termino hizo que la participación de la mujer en le género de ser medianamente usado, paso a utilizar a la mujer como personaje dominante y de mayor protagonismo argumental; hasta el monstruo del doctor Frankenstein (“La novia de Frankenstein”, 1935) o el muñeco diabólico Chucky (“La novia de Chucky”, 1999) se echaron novia, intimando mucho estos últimos.
En el cine de terror no paraban de haber más mujeres en peligro, cada vez más despelotes y dejando más a un lado, en muchas ocasiones, lo argumental por lo visual. Pero aunque si que es verdad que mientras hay menos censuras y donde antes un menor de 18 años no podría ver absolutamente nada, mientras hoy día en los Films “No recomendados a menores de 13”, aparecen relaciones sexuales por doquier; finales de los 90 y sobretodo en pleno apogeo del siglo XXI, el hombre comienza a tomar el papel “provocador”, “sensual” y “visual” que tiene el hombre. Aunque Mulvey considere que “la narrativa cinematográfica americana no permite en el cine otra interpretación de los filmes que no sea la de considerar a los hombres como sujetos de la historia y a las mujeres como objetos de su mirada.” ; ahí están los recientes murmullos de placer de las chicas adolescentes en esa escena de “La saga crepúsculo: Luna Nueva (2009)” en la que el joven actor Taylor Lautner se quita la camiseta para sanar una pequeña herida a la actriz Kristen Stewart.
Por otro lado, las técnicas cinematográficas como los planos, encuadres, ángulos, bandas sonoras, efectos especiales, etc. han hecho del cine un nuevo lenguaje y como en cada país cada uno tiene su idioma, el cine fantástico y de terror no es una excepción. El cine fantástico y de terror tiene sus propias e típicas formulas técnicas, entre ellas los picados y ángulos cerrados que hacen que la escena tenga un sentido mas terrorífico, como en la escena de “Psicosis (1960)” en la que matan al detective dentro de la casa de Norman Bates desde un picado tanto inadvertido como aterrador.; los travellings de seguimiento y la cámara subjetiva (normalmente de la persona o ser que acecha).
Esto viene al caso de que en palabras de Mulvey, “la mujer es objeto de la mirada de la cámara que es, en sus encuadres, angulaciones, etc., una mirada masculina.”. Esos encuadres, planos y métodos técnicos de la cinematografía son utilizados son hechos normalmente por hombres y eso se aprecia perfectamente en las películas de genero. Los primeros planos cuando las mujeres están desnudas (famosas escenas de ducha), banda sonoras sensuales al aparecer una joven y guapísima mujer, un precioso picado para una buena vista de los senos femeninos como en “Freddy contra Jason (2003)” o un primerísimo plano para el gozo que el rostro facial femenino ofrece al obtener relaciones sexuales, como. Hasta esos planos en la que la joven Regan de “El exorcista (1973)”, se contorsiona o se masturba con un crucifijo, da en que pensar la obsesión del hombre por la mujer en lo sexual. Que como bien dijo Freud, el sexo es el oscuro secreto del inconsciente que todo hombre tiene; la propia Laura Mulvey cita, menciona y reflexiona por igual en los textos y teorías psicoanalíticas sobre ello del famoso psicoanalista.
Estas escenas de mujeres desnudas en un genero lleno de sustos, horrores naturales, sangre y vísceras nos hace pensar en como Mulvey identifica el voyeurismo, “que en un caso extremo, puede fijarse en una perversión, produciendo voyeurs obsesivos,…, cuya única satisfacción sexual provenga del observar”. Siendo el voyeurismo una conducta de contemplación de personas desnudas o realizando algún tipo de actividad sexual con el objetivo de conseguir una excitación sexual, ¿quiere decir que los que ven películas con las características mencionadas se convierten en voyeurs y por consiguiente en personas obsesivas a tener la necesidad de esa satisfacción?
Si que es verdad que antes de ver una película de terror, todo el mundo sabe que se encontrara, tanto sangre, como sexo. Y tanto como los productores, guionistas y directores de películas de este genero, como lo es el terror, que ponen a esas preciosas mujeres y con ellas una serie de horrores cocientes para que piquemos el anzuelo, como los espectadores masculinos, lo quieren.
Por ultimo y para acabar con el apartado de la mujer en le cine fantástico y e terror dentro de los medios audiovisuales, mencionar que este año pasado, un par de películas del genero que nos ocupa, va mas allá de la mera exhibición físicas de cuerpos femeninos, si bien es verdad que están en gran medida relacionadas con lo sexual, en determinadas ocasiones se extienden a otros ámbitos. Las dos, cada una a su manera, inciden en un aspecto muy interesante en relación a la función de los personajes femeninos en el contexto del cine de terror.
Estas películas del año pasado, son “Arrástrame al infierno” y “Anticristo”, la primera de Sam Raimi y la segunda de Lars von Trier. En ambas, se enfoca a la mujer como lo “malo” del film, convirtiéndose en una especie de invocadoras del mal. La protagonista de la primera, es una bancaria que niega una préstamo a una gitana que desatara una maldición sobre ella a consecuencia de ello. En “Anticristo”, la protagonista ha quedado traumatizada por la muerte “accidental” de su hijo pequeño y su marido trata de ayudarla mediante una terapia psicológica que el mismo supervisa; pero poco a poco el hombre descubrirá que su mujer es mas bien una bruja. La esposa trabaja en una tesis sobre la opresión de las mujeres por los hombres a lo largo de la historia y el marido llega a asumir que quizás la quema de brujas no era sino una especie de mecanismo de defensa de los varones contra la tendencia natural (hasta orgánica) de las mujeres al Mal.
De esta manera, “Arrástrame al infierno” y “Anticristo”, ponen el dedo en la llaga a la hora de sugerir una de las fantasías misóginas que se encuentra en la base de mucho del cine fantástico y de terror a lo largo de toda su historia, al borde del mismo machismo.
El cine de terror cierras su puertas a esperas de mas mujeres en peligro con las que satisfacer los deseos masculinos, con acompañante de litros de hemoglobina y terrores inconscientes en lo mas oscuro de la mente humana.
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