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| Drizzt abandonando Menzoberranzan | |
La casa Do’Urden, casa 10 de Menzoberranzan se lanza a la guerra contra la casa De’vir, casa cuarta que ha perdido el favor de Lloth. Durante el ataque nace Drizzt, hijo menor de la casa Do’Urden. Esa noche la casa Do’Urden aniquiló completamente a su rival y ascendió un puesto en la jerarquía de la ciudad. Ahora es la casa novena, a solo un puesto de entrar en el consejo regente.
Pero no todo iba como la Matrona Malicia Do’Urden quisiera. En secreto, uno de los nobles de la casa De’Vir sobrevivió al ataque, aunque al no saber el nombre de la casa atacante, no pudo presentar acusación alguna, aunque antes o después descubriría quién fue el responsable, y entonces…
Además otros problemas se fraguan en el seno de la nueva casa novena. Drizzt ha salido demasiado parecido a su padre, Zaknafein Do’Urden, el mejor maestro de armas de la ciudad. Se muestra irreverente y poco sumiso ante Lloth, muestra demasiada tendencia hacia la compasión. En un intento por remediarlo, la matrona Malicia envía a Drizzt a la Academia, dónde el joven ve puestos día a día sus valores morales al tiempo que es adiestrado en el uso de la espada.
Con el paso de los años Drizzt comienza a convertirse en una leyenda gracias a su habilidad con las armas, y pasa a formar parte de una patrulla drow. Drizzt es ya un adolescente y ha heredado el legendario talento de su padre, Zaknafein, para el combate con la espada, con un corazón demasiado noble para su raza, Drizzt comienza a dudar del estilo de vida adoptado por su gente.
Mientras patrullaba las cavernas que rodean Menzoberranzan, Drizzt y su grupo de guerreros entablan combate con un grupo de mineros sirfneblis que estaba trabajando en una veta cercana a la ciudad drow. Durante el combate, Drizzt es capturado con vida por los enanos, el jefe de estos le dice que si no da problemas, le dejará vivir. Drizzt quedas profundamente confundido ante este comportamiento, si la situación hubiese sido a la inversa, los drows habrían acabado con los enanos sin dudarlo.
Tras una sucesión de combates Drizzt es rescatado de sus captores, y ahora es el jefe enano, Belwar Dissengulp, el que cae preso. Casi al instante los compañeros de Drizzt deciden matarlo, pero antes de que eso ocurra, este interviene a favor del preso alegando que deberían dejar a un enano vivo para que informara de lo que ocurre al ocupar territorio drow. La estratagema surte efecto y la patrulla de Drizzt traga el anzuelo, pero no así Belwar, que descubre que Drizzt le perdona la vida por que no esta tan corrompido como sus congéneres. Sin embargo, antes de liberar al enano, Dinin, hermano mayor de Drizzt decide amputarle las manos para que nunca más pueda combatir a los drows. Belwar notó la angustia en los ojos de Drizzt cuando se llevó a cabo la sentencia.
Pasan los meses y la reputación de Drizzt en la ciudad crece constantemente, y con ella, el número de enemigos que quieren acabar con él.
Por un lado Alton De’Vir, último superviviente de su casa, que busca venganza contra la casa Do’Urden. En su gesta cuenta con el apoyo de Masoj Hun’et y la casa cuarta. Masoj un hechicero miembro de la patrulla de Drizzt tiene celos de este por que la pantera mágica propiedad del primero, prefiere estar con el segundo.
Por otro lado, los problemas comienzan a aflorar en el seno de la casa novena, Zaknafein, atormentado al creer que Drizzt ha sido corrompido como los demás drows, toma la resolución de acabar con Drizzt para evitar que se convierta en un asesino sin alma.
Tras varios meses de espera, la patrulla de Drizzt recibe el encargo de subir a la superficie para castigar a los más odiados por Lloth, los elfos de la superficie.
Una vez en la superficie, la patrulla drow atrapa a un pequeño clan de elfos lunares que estaban realizando una fiesta al aire libre, Drizzt queda embelesado por la belleza de sus canciones y la alegría de sus corazones, pero sus compañeros solo piensan en la matanza y pronto se produce la masacre.
Desesperado, en mitad de la carnicería, Drizzt consigue ocultar a una niña junto al cadáver de su madre, simulando haberla matado. Drizzt no era consciente de que ese gesto significaría el comienzo del fin de la casa Do’Urden.
De vuelta en Menzoberranzan, la patrulla es recibida con los máximos honores, todos festejan su éxito, todos menos Zaknafein que totalmente convencido de que su hijo se ha convertido en un monstruo, decide matarlo cuanto antes.
La matrona Malicia descubre en ese momento que su casa ha perdido el favor de Lloth, sin el cuál no estará capacitada para sobrevivir y se dedica a lanzar los hechizos de adivinación necesarios para saber quién es el responsable. Gracias a ellos, ve el combate que tiene lugar entre Zaknafein y Drizzt, y la confesión de este de que no mató a la niña elfa.
Mientras Drizzt recorría las calles de la ciudad meditando en lo ocurrido, Malicia sacrificó a Zaknafein a Lloth como muestra de arrepentimiento y para recuperar su favor. Mientras esto ocurría, Drizzt se enfrentó a la emboscada tendida por Masoj y Alton De’vir y les derrotó, adquiriendo la pantera mágica como premio.
La guerra entre la casa Do’Urden y la casa Hun’et había comenzado.
Presuroso, Drizzt, regresa al palacio familiar y al descubrir que su padre ha sido sacrificado, reniega de Lloth y huye de la ciudad. Ante su comportamiento blasfemo, Lloth vuelve a retirar su favor a la casa novena.
Drizzt huye de la ciudad para vagar sin rumbo por los interminables pasadizos de la Antípoda Oscura, mientras en la ciudad una guerra se cierne sobre dos casa, demasiado debilitadas como para dar el primer paso…
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