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En la bonita tradición del Expofriki, tocaba cambio de recinto. Después de la anterior edición, cualquiera podría pensar que no había un lugar peor, algo que los organizadores del Expofriki se encargaron de desmentir.
Lo que nos encontramos Errol y yo al llegar (bueno, y todo el que se acerco por allí) fue que el lugar elegido fue creado específicamente para el evento, pues habían montado una carpa gigante. Aunque lo de “montado” es algo generoso, pues entre las goteras que había y lo que se le levantaba la moqueta que había puesta, era algo desastroso. Por no hablar de la continua corriente que hacia. Cosas de no contar con paredes de verdad.
En la edición del 2002 toco comic de regalo (en la siguiente no llegamos a tiempo), de una calidad pareja a la de Thorion, “Spider-Man: La mano del muerto”. Si no os dice nada el nombre, diré que tiene como protagonista a un pseudo-carroña. Estaba situado en la época del Clon, con eso digo todo.
La parte psicotrópica la puso el taller de dibujo, pues pasar cerca de el suponía coger un colon tremendo de larga duración.
Había ciertas exposiciones, estas en pasillos de verdad, que se hubieran disfrutado mejor si la luz hubiera acompañado, pues en algunos sitios era casi inexistente.
Un apartado especial merecen los figurantes, esos sufridos trabajadores que tienen que estar allí todo el día haciendo cosas que solo en sitios como esos se pueden hacer. Empezando por un Doraemon gigante que desafiaba todas las leyes de la física pudiéndose moverse, y terminando por un Boba Fett daltónico (al menos se intuía por el color que tenía su armadura). Pero el plato fuerte se lo llevaron una Catwoman sacada directamente del asilo y un Hulk que nada tenia que envidiar al de la mítica serie de televisión.
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