La banda bostoniana pasó por Madrid, dejando destellos de lo que fue y dudas sobre lo puede ser en el futuro si continúa instalada en la autocomplacencia.
Duendecillos|Duendecillos
Es de todos conocido el dicho español que afirma "el papel lo aguanta todo". Pues algo parecido sucede con los cuatro primeros discos de los Pixies y el primerizo EP "Come on Pilgrim". La banda de Boston no necesita más para mantener a flote un concierto durante algo más de dos horas que ir picando en el material que aquellos contenían. No los veía desde que se produjo la reunión, mi última vez había sido en el ya lejano 2005. Y la ausencia de Kim Deal pesa bastante más de lo que cabría esperar, como ya había dejado en evidencia todo el material grabado que han publicado desde que la bajista abandonara el grupo. En fin, el caso es que después de pagado el precio de la entrada (nada popular, por cierto) allí estaba una audiencia talludita, entregada de antemano, abusando del móvil y elevando el tono de la conversación cuando el grupo bostoniano abordaba sus temas más recientes hasta el siguiente tema clásico. La noche la fueron repartiendo entre "Surfer Nova", "Doolittle" y el último "Beneath the Eyrie", intentando mantener un frágil equilibrio entre la defensa de su presente y su glorioso pasado. Apenas una canción de cada uno de sus otros discos clásicos ("Trompe le Monde" y "Bossanova"), el "Come on Pilgrim" casi íntegro y un paso de puntillas por el resto de material post-reunión. A la salida, sabor agridulce porque dedicaron demasiado foco a su último disco, el que justifica la gira, pero ya no tienen la chispa de antaño y se evidenció en una "Debaser" que cortaron a la mitad dejando a la parroquia fría, pese a cerrar con "Gigantic".
Jacobo Sánchez Camps
Artículo enviado por jaccobite el 28 de Octubre de 2019