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Autor : Juan Miguel Aguilera Editorial : Minotauro Colección : Ucronía Año : 2006 Nº de páginas : 473 Precio : 18 € Ilustración de cubierta : El Bosco
Después de habernos trasladado con La locura de Dios y Rihla a dos hipotéticos y maravillosos viajes al corazón de Medio Oriente de comienzos del siglo XIV y al nuevo mundo siete años antes de que Colon lo descubriese, en su última novela El sueño de la razón Juan Miguel Aguilera se aleja de la exploración de tierras ignotas para acercarnos a una realidad más próxima a nuestro ámbito cultural y una historia a priori menos aventurera.
Pónganse en situación. Comienzos del siglo XVI. Europa. La complicada sucesión de los Reyes Católicos resulta problemática; los destinados a heredar el trono van cayendo ya sea por H (muertes) o por B (es mujer). Tras la muerte de Fernando su nieto Carlos es coronado en Bruselas como cogobernante de la Monarquía hispana. Desde allí tiene que viajar a un país para él completamente desconocio con toda su corte para tomar el poder. Con ésta viajan dos personajes a través de las cuales se despliega la trama: Cèleste, una joven enviada por su comunidad de brujos y brujas a desentrañar un misterio surgido durante un aquellarre, y Luis Vives, un hombre renacentista al cargo de la educación del sobrino del actual tutor de Carlos, Guillermo de Croy, señor de Chievres. Juntos tienen que bregar con todo tipo de contratiempos, conspiraciones, enigmas,... viéndose envueltas en una contienda entre dos fuerzas que llevan enfrentadas desde tiempos inmemoriales. Fuerzas que acechan la "expedición" y que tienen mucho que ver con los vericuetos de la sucesión española y por qué Carlos ha corrido mejor suerte que el resto de herederos.
Aguilera desarrolla este argumento con una estructura y un pulso de lo más apropiados. Si uno de los defectos de su anterior novela histórica, Rihla, estaba en las relativas caídas de ritmo, aquí evita esa misma situación al hacer uso de una estructura bastante consecuente con la trama. Al existir dos personajes protagonistas que durante un número considerable de páginas no interaccionan, y cuando lo hacen observan la acción desde perspectivas complementarias, se sigue la acción desde sus respectivos puntos de vista, intercalando uno y otro con una cierta regularidad cada pocas páginas. La narración goza de una cadencia alegre y uniforme, intachable.
El segundo aspecto que me ha llamado la atención se refiere a cómo Aguilera vuelve a enfocar una de sus obsesiones que cristaliza libro a libro: el choque cultural. Como aditamento, esta vez no lo establece entre individuos de culturas ajenas, al límite del extrañamiento total, sino dentro de una misma sociedad, con un hombre del Renacimiento enfrentándose al saber "popular" enmascarado bajo la leyenda de la brujería y la magia negra. Choque en el que se aprecia una progresión argumental respecto a La locura de Dios y Rihla, con abundantes elementos fantásticos de los que la explicación racional es esquiva pero con una mayor sensación de que tienen explicación. De hecho el uso que se hace de productos psicotrópicos para expandir la conciencia y entrar en contacto con nuevos planos de percepción está muy conseguido.
En este choque también fructifica uno de los hechos fundamentales de la historia de Europa y de España: la represión de lo diferente, lo que no se entiende, lo que no se puede controlar. Y aunque en la Edad Media eso ya ocurría, resulta revelador observar cómo la situación definitivamente explotó en el mencionado Renacimiento, la época del antropocentrismo en el que el ser humano y su razón supuestamente pasaron a ser el centro del universo. Una contradicción que se aprecia en múltiples aspectos del entramado de El sueño de la razón
Y como no podía ser de otra forma, también se hace interesante la medida aparición de múltiples personajes históricos que van desde lo casi anecdótico (Copérnico, Erasmo de Rotherdam) a los que juegan un papel fundamental en la trama (El Bosco, Carlos I, algún otro que mejor descubra el lector). Un recurso del que Aguilera apenas había hecho uso en Rihla y que funciona, por el adecuado tratamiento aplicado a cada uno de ellos y su contención.
Todo esto redunda en una buena novela, ya se lea como histórica o como fantástica, que esperemos corra mejor suerte que Rihla. Una de las maneras de medir la madurez de un mercado y unos lectores es comprobando que los mejores libros que se publican tienen una acogida acorde a la que merecen. ¿Habremos aprendido?
Ignacio Illarregui Gárate
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