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Es habitual que cada época tenga un cómic más conocido que el resto y los demás se vean en parte eclipsados por este punto; por ejemplo podemos ver esto con los X-Men durante los años 90, Mortadelo y Filemón en esos años en que todavía éramos niños (y algunos antes) o más recientemente con la serie Naruto en el fenómeno manga y en parte es por culpa de esto último que algunas obras geniales pasen más o menos ocultas a ojos del lector, incluso del lector habitual.
En este caso en concreto podríamos situar la maravillosa obra de Jiro Taniguchi que nos lleva por un mundo de historias intimistas y cercanas que en ocasiones se nos aparecen casi mágicas en gran parte por que bien podrían pasarnos a cualquiera y que se sustentan en el mundo real y en muchas de las vivencias del autor.
Y es en este punto donde deberíamos hablaros de “El viajero de la tundra”.
“El viajero de la tundra” es una recopilación de seís pequeños relatos publicados originalmente de forma independiente donde nos encontramos de lleno con el amor que el autor siente por la naturaleza, los animales así como por su tierra natal, Japón, de una época que (como podemos entender leyendo ciertos pasajes, ya no volverá y solo perdura en sus recuerdos.
Las historias nos llevan desde la montaña con las aventuras que sufrieron aquellos que poseídos por la fiebre del oro viajaron hasta Klondike hasta el Japón actual lleno de estructuras empresariales pero que sigue teniendo lugar para las pequeñas historias cotidianas y los recuerdos de quienes nos las cuentan.
Una obra de estas características, que se compone de otras más pequeñas, siempre tiene alguna parte que destacar o algún pasaje que nos ha gustado más y en este caso (quizá coincidáis con nosotros si os acercáis a esta lectura) sería la historia “El páramo blanco” que, al igual que la primera de este volumen y que da nombre a la compilación, se inspira en la obra de Jack London, en concreto en la conocida “Colmillo Blanco” contándonos la historia de dos hombres que transportan el ataud de un difunto por Alaska y que por su camino serán sitiados por un grupo de lobos que los acecharan todo el camino.
Esta obra se caracteriza por unos guiones profundos y reales que son acompañados por unas magníficas ilustraciones que muestran sin duda alguna el trabajo del autor desde hace más de 30 años, ya que debutó en 1970 con “Un verano seco” para más tarde y durante tres años (1976-1979) junto al guionista Natsuo Sekiwaka realizaría varias obras como “El viento del oeste” o “Ciudad sin defensas” para más tarde durante la década de los 80 volver a unirse con la maravillosa y muy recomendable “la época de Botchan”.
En los años posteriores de los 90 publicaría varias historias en solitario, como las que se incluyen en este tomo, y resultaría ganador (entre otros galardones) del premio a la mejor obra extranjera publicada en España en 2003 del Saló internacional del cómic de Barcelona.
Sin duda leer es la mejor forma de viajar y con este autor llegarás a lugares que conoces tan bien que se descubrirán nuevos ante tus ojos.
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