De Estados Unidos nos llega un cuento de hadas animado, atípico y divertido, así como extraño... un ogro que va de duro, pero es un buenazo, una princesa de armas tomar, un burro que, no es que hable, sino que no se calla y un príncipe azul que es estúpido, arrogante, prepotente y maleducado. Shrek es, básicamente, una película de autoconocimiento y aceptación propia, donde nos va narrando cómo descubrir la fuente del amor verdadero, el miedo a expresarlo y cómo lo dejamos escapar al primer contratiempo. Con una importante lección que aprender, no es difícil no sentirse reflejado en alguno de los personajes de esta producción de Dreamworks. Digámoslo claro: las apariencias engañan, y, como diría el ogro, todos somos cebollas que tenemos muchas capas donde ocultamos nuestra verdadera imágen, escondida tras la última capa. Nada es lo que parece, y lo que parece nos engaña. Una lección que aprender y no olvidar. Pero yo me pregunto: ¿queremos aprenderla?. Que cada cual piense lo que quiera.
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